Crónicas desde un paraje del planeta Tierra, de alguien reconocido como Marciano, por sus vecinos terrícolas.
La Bestia. 11/07/1985.
Lo comento con mi compadre Huguito, que sabiendo mi poder adquisitivo sugiere su preferencia por uno de esos refrigerados por aire de bajo mantenimiento; según Javier, un amigo en común, los podías desarmar en el jardín de tu casa; o sea, ya está haciendo futurología, el único inconveniente es que no me atrevía a tanto, pero el siempre positivo dijo:
_No te hagas drama!, yo tengo manuales de despiece de casi todos los autos viejos. Claro, el padre tiene una casa de autopartes y él no le hace asco a nada!; a desarmado todo lo que cayó en sus manos. Así que acordamos el viaje con Hugo en su Renault 4L y pasamos a buscar a Javier, que con los clasificados del diario La Capital nos ayuda a buscar un auto. Como es costumbre, comienzo por lo más lindo: Peugeot 404, Renault 4L, Fiat 600; pero es inútil, con mi presupuesto, no llego ni a la mitad de esos, por lo que Javier me aconseja:
_Bajá un cacho Paco, mas vale encará por: dame toda esta plata en auto!.
Si, es la mejor opción, entonces empezamos a buscar por la cantidad que yo disponía e íbamos recorriendo por los barrios, ya que en los clasificados no se veían de este monto. En la calle Italia vemos varios, por lo que nos separamos a preguntar para hacer más rápido; toco timbre en una casa donde sobre la vereda estaba con un tarrito arriba, un Renault Gordini (o lo que parecía un Gordini), abollado por donde lo miraras, color verde oliva mesclado con oxido, totalmente desmantelado por dentro, solo las dos butacas delanteras y volante deportivo. El dueño me lo pintó como un auto económico, que nunca tuvo problemas; después me cuenta de su abono de grúa, de su amigo mecánico; estaba escuchando el famoso doble discurso, igual desoí los comentarios de mis amigos, ya que me alcanzaba para pagar y me sobraba algo para reparaciones; que puede salir mal!.
Después de cerrar el negocio, volvemos a mirarlo en la vereda; lo único que tenía impecable era una calcomanía con la leyenda: “No soy Falcon verde, ni lo quiero ser”.
Nos despedimos con la promesa, de volver el viernes, a pagarle y llevar el auto; después nos enteramos que el flaco dueño del auto, le había comentado a su mujer: este no vuelve más!; claro, no me conocía, nunca imaginó alguien tan temerario, que se llevara La Bestia. Cuando llegué a casa comentando mi posible negocio, todos me miraron con desconfianza, era medio increíble un auto por ese precio; siempre tratando de justificar mis acciones, oculté un poco los detalles, solo aseguré que estaba en marcha, funcionando normalmente y tenia toda la documentación en regla.
El viernes salimos con Hugo y mi hermano Yimi, viajando en colectivo para ahorrar algo, con todo el efectivo a buscarlo. Ni bien nos recibió la familia del dueño, parecían tan felices!, como quien recibe una gran noticia!; mi hermano empieza con sus comentarios irónicos cuando vé lo que era el auto!. Nos sentamos en el comedor de su casa, hicimos el boleto de compra venta, me comenta que lo vende para poder pagar la instalación de gas natural, que de otra forma, nunca lo vendería; nos despedimos, me da las últimas recomendaciones y más dramáticas: la llave de luces original, se quemó, pero tenés una llavecita colgada abajo del tablero para encenderlas; el caño de escape tiene un agujero, por eso hace tanto ruido; el cuenta kilómetros no anda; las puertas traseras no cierran bien; y como para cortar la lluvia de malas noticias, pregunto:
_Y la bocina?.
_Ah no, la bocina es lo único que no hace ruido.
Me dá un lote de repuestos para frenos y nos saluda toda la familia del flaco, como si despidieran a un integrante más, un pariente!. Salimos rumbo a nuestro pueblo, ni bien llegamos a la Avenida Ovidio Lagos, se apagan las luces delanteras!. Nos detenemos en una estación de servicio, probamos algunas posibilidades sin solución alguna; nadie en su sano juicio, intentaría viajar 60 kms de noche!, yo sí; era peor no poder volver sin avisar a la familia, esperar luz solar al día siguiente o dejar abandonado a la Bestia en el peor barrio de Rosario. Por suerte Huguito había traído una linterna; además gran parte del camino nos chupamos detrás de un camión que viajaba despacio. El viaje se torna demasiado largo y peligroso: si bien la temperatura es muy baja, no podemos cerrar las ventanillas pues los gases del escape viene directo al habitáculo; mi hermano Yimi, sentado en un cajón de madera viene con los brazos extendidos sujetando las puertas traseras para que no se abran en pose de crucificado; debido al enorme ruido de escape libre, no se le entiende nada, solo le veo los ojos con lágrimas aun riéndose, pero supongo me viene insultando; Hugo riéndose a carcajadas viene con su brazo derecho cuasi congelado, alumbrando con una linterna la línea de la banquina; por los agujeros de los pedales, viene una ráfaga polar que ya me congeló los genitales; me arden los ojos por los gases y por el terrible esfuerzo que hago para observar la ruta; como tampoco funciona el medidor de combustible, y no pude llenar el tanque por razones económicas obvias, la incertidumbre es total!. Pero llegamos sanos!. Dejo a Hugo y Yimi con el sacro juramento:
_Con vos, nunca más Paco!. Buscate otro acompañante tan loco como vos.
Cuando entro a la cochera en casa de mis padres, salen todos recibir mi adquisición; eran bromas, cargadas, preguntas insidiosas sobre que pensaba hacer con “eso”; pero realmente se puso áspero el clima, cuando la Yanet lo vió!; hizo un gesto como de olfatear olor desagradable, giró bruscamente en 180 grados, y a pasos largos se metió en la habitación para no insultarme.
Haciendo un balance sobre mi compra, es aceptable los números finales; pero en realidad, demasiado caro con la Gallega, no me dirigió la palabra por una semana, ni me autorizó sexo por más de quince días!.
Te toque trompeta. 14/12/1974
_Así que vas a comprar un saco?, y con qué plata?. Siempre estaba la economía familiar al borde del quiebre; pero como había estado ahorrando para el viaje de egresados, aseguré que disponía de los fondos suficientes. Mentira!, para el viaje de egresados no me alcanzaba, así que priorizando mis necesidades, ya tenía decidido gastar lo necesario para la fiesta y después vería el tema del viaje. Para no viajar solo, invité a mi hermano Yimi al tours de compras; cargamos combustible al Renault Dauphine y partimos hacia Rosario con mi flamante carnet de conducir, acompañado de mi hermano menor de edad que cargaba coraje de adulto!.
Llegamos al centro, estacionamos y nos dirigimos a la famosa casa de moda masculina Thompson & Williams; arrancamos eligiendo lo más caro, ambo cruzado con pantalón, cuando el vendedor me trasmitía el costo, ensayaba un gesto de disconformidad, mi hermano asentía con la cabeza, y pasábamos a otro modelo como seleccionando en base a un gusto muy personal de colores y cortes, cuando en realidad, era de acuerdo a la cantidad de dinero que tenía en mis bolsillos!. Luego de varios minutos encontré un llamativo saco sport negro, con cuadros formados por rayas en distintos colores; para este me alcanza!, consulté a mi hermano, me tiró una mirada y sonriendo me dice:
_Vos te va a poner eso?. Y si, era muy llamativo, pero era lo único que estaba a mi alcance. Me lo probé, llamaron al modisto para que lo ajuste a mis medidas, pagué y nos retiramos chochos con la compra. Ya que era temprano, pasamos a visitar a mis amigos Gerardo y Claudio, que estaban estudiando en Rosario y vivían en un departamento cerca de ahí. Estuvimos conversando un rato largo y decidieron aprovechar el viaje pues era viernes, para volver con nosotros a Bigand. Juntaron sus bolsos, fuimos hasta el estacionamiento partiendo casi al mediodía a nuestro pueblo. La ruta no estaba muy concurrida, así que ponía el Dauphine en su velocidad crucero, que no era huuu! la velocidad, pero la suficiente para recorrer los 70 kms en hora y media. En un momento, Yimi empieza a insistir en que le ceda el volante, ya que estaba aprendiendo a conducir aun con sus 15 años cumplidos; como no había nadie que se oponga al cambio, paramos a mitad de camino entre Arminda y Mugueta; hacemos el cambio, retomamos la ruta y mi hermanito, siempre tan temerario, va acelerando el auto casi a su velocidad máxima, 90 kms/hora; no sé a que velocidad llegó en la bajada del monte de duraznos, ya que el velocímetro no era muy confiable, pero para el viejo Dauphine era como demasiado!. Cuando estábamos llegando a la segunda entrada de Mugueta, veo al ómnibus de la Compañía Santafecina que esta por entrar a la ruta.
_Yimi, guarda el colectivo, afloja el pedal!.
_Ah, mirá si no me va a ver!.
_No sé, pero frená un poco boludo!. Si habría un medidor de porfiados en nuestra familia Achaval Fratini, es mi hermanito Yimi quien ostenta el mejor marcador; en lugar de aminorar la marcha, le da dos bocinazos como alertando: “aca vengo yo con mi super Renault Dauphine”, que debido a la rotura de una de las bocinas originales 1965, solo emitía un pitido con menos decibeles que una trompetita de juguete. No, no nos vió!, cuando ya estaba el largo costado del ómnibus tapando todo el ancho de la ruta, Yimi solo atinó a girar el volante a la derecha y comenzó la carrera mortal por la banquina!. Salvando las odiosas comparaciones, el clima dentro del auto fue muy similar a las batallas aéreas de la Segunda Guerra Mundial, sentados en la trompa de un Boeing B-29, viendo como todo se nos venia encima; las expectativas de vida o muerte eran las mismas, el griterío con órdenes opuestas eran recurrentes:
_Frená boludo!.
_No, no frené en la banquina!.
_No lo subá a la rutaaaaaa.
_No me grité tarado!, soltameeee.
_Pará que no matamos!. Simplemente me aferré al asiento, contemplé a mi hermano que aferrado al volante, a los saltos sobre su asiento, parecía montado en un toro mecánico; culpa de los ventiletes abiertos como deflectores para recibir mas aire, nos pegaban en la cara trozos de cardos que arrancaba de la banquina; el ruido a latas golpeando debido a las irregularidades del camino, eran aterradores!. Cuando vemos una señal de transito justo en nuestro camino, pega un fuerte giro a la izquierda; al volver en ruta y debido a la velocidad, hace un medio trompo volviendo otra vez a la banquina a cosechar esquirlas de cardos!. Fueron apenas unos segundos, pero eternos!; cuando ya perdió velocidad solo por arrasar con todas las plantas de cardos salvajes en 100 metros, nos tiramos del auto, menos mis 2 amigos que viajaban atrás, que totalmente cubiertos de cardos, trataban de sacudirse la carga; solo me dedique a evaluar las posibles roturas del Dauphine, pues sería difícil explicar al dueño del auto, donde nos habíamos metido!; Yimi esperó al ómnibus para insultarlo en todos los idiomas. El conductor frena, abre la puerta e intenta pedir disculpas:
_Disculpame pibe!, no te ví. Mi hermano, que viajaba a torso descubierto, bastante musculoso para su edad, con un despeinado importante y cubierto de trozos de cardo, le grita:
_Que no me va a ver pelotudo!, no viste que te toque trompeta!. Si, fue tragicómico escuchar la confusión de sustantivo de parte de mi hermano, y anecdótico, porque no nos matamos!; pero el espectáculo que brindamos a los pasajeros de la Santafecina, será comentado por varios años. Volvimos al pueblo, dejamos primero a Gerardo que despidiéndose nos dijo:
_Gracias por el viaje, loco!; pero la próxima vez que maneje Yimi, yo paso!. Luego se baja Claudio y comenta:
_Bueno, voy a cambiar mis calzones, porque creo que me cagué encima!.
Ni bien llegamos a nuestra casa, nos abocamos por completo a limpiar el Dauphine con mucha prolijidad; obviamente acordamos un pacto de silencio con mi hermano, como acá nunca paso nada!, pero siempre algo falla, al día siguiente mi padre pregunta:
_Donde te metiste con el auto?, encontré una planta de cardo clavada en el tren delantero. Solo intenté una mueca para disimular, como: no se de que hablas!; por suerte, él pensó que uno de nosotros había andado por el campo usando al Dauphine como bulín y no siguió preguntando!.
Papá!. 17/11/1985
_Que hermosa estas!.
Realmente lo dije con toda mi expresión, no oculto mi adoración por su figura, aunque a veces no suene bien, pues pueda presentir un orgullo machista u ostentarla de mi propiedad, es la madre de mis tres hijos, y no puedo dejar de sentirme feliz por eso!. Pero sin dejar de clavarme sus temerarios ojos negros, simulando un acto de bailarina española; esa pose de flamenco que levanta el brazo derecho curvándolo, girando su cabeza al mismo lado, su brazo izquierdo extendido hacia abajo y dando un golpe de tacón, me tira un:
_No se para que mierda me visto con mi mejor ropa, si con el calor que va hacer en ese auto de mierda, voy a llegar toda transpirada y despeinada!.
Si, en verdad tiene toda la razón, pero es lo que hay; así que me encojo de hombros y escucho a su abuela Mercedes, que meneando la cabeza dice:
_Ay esta Yanecita!.
Descubrí que mi Gallega, resulta ser el mejor antídoto para contrarrestar mi superego; ni bien presiente que mi ego intenta un límite más que el inferior, lo parte en mil pedazos, y no conforme con eso, entierra bajo todos sus prejuicios pedacito por pedacito, por si intento armar lo que queda por el suelo!.
Subimos los cuatro a nuestro Renault Gordini, bajo ceremonia de despedidas y señal de la cruz cristiana de parte de la abuela Mercedes, partiendo por la Ruta Nacional 33 rumbo a Casilda. Como era de esperar, por cada 5 kilómetros recorridos, subía un grado de temperatura el ambiente dentro del habitáculo, Belu (la bebe), en brazos de su madre, le sumaba algo más de temperatura al clima estival; por suerte Juanpi, el más calmo de todos, prefería viajar atrás, pero parado contra los asientos delanteros, visualizando todo el paisaje perfectamente, ya que la velocidad crucero de 60 kms/hora daba tiempo de contar las mariposas que cruzábamos por el camino; el único inconveniente se presentaba cuando pretendía mirar por el espejo retrovisor interior, solo veía su carita con sonrisa chueca y su corte de pelo a lo Carlitos Balá.
Cuando íbamos llegando a Sanford, el pueblo unos kilómetros antes de Casilda, el clima era bastante denso, los ánimos de mi Gallega eran incuestionables, y se sumergía en un profundo silencio, eso solo era presagio de guerra!; aminoro la marcha para detenerme en el primer semáforo y siento a Juanpi tocándome el hombro con su dedito índice:
_Papá, papo.
No se le entendía muy bien al pobre, no habla mucho, culpa de su problema mandibular no abre bien la boca, le cuesta mucho emitir algunos vocablos; eso no lo imposibilita por darse a entender, ya que siempre cuenta con su hermano mayor, su intérprete consanguíneo, que justamente no estaba con nosotros.
_Que pasa Juanpi?.
_Papo Papá!.
Mirando por el espejo retrovisor lo veo con carita de preocupación, ya no tiene su habitual sonrisa.
_No te entiendo Juanpi, que querés?.
Yanet que venia jugando con Belu, ese montoncito de rulos y ojos, nota nuestra pequeña conversación y pregunta:
_Que le pasa?.
_No se, que se yo, creo que dice papo.
Es cuando ya agregándole más volumen a su vocecita y algunas lágrimas, me toma el hombro con toda su mano.
_Tí, papo Papá.
Ya medio molesto, no entendía lo que le pasaba, giro la cabeza para hablar con el; su mirada de desesperación hacia la luneta de nuestro Gordini, arrastra la mía y ahí entiendo por fin!.
_Un sapo!.
Creo que si hubiese gritado fuego, no resultaría tan espantoso para la Gallega. Veo a un gran sapo verde amarillento, saltando en la luneta sobre el regalo de cumpleaños!. Baje del asfalto, nos tiramos del auto rápidamente, Yanet dando pequeños saltitos y enormes alaridos con Belu en brazos, saco a Juanpi por arriba de los asientos delanteros y nos quedamos los cuatro mirando el rotoso Gordini, casi como viendo un bote que se hunde y lo pierdes en el fondo del lago!. Yanet ve a una vecina sentada en la vereda, la cual ya se arrimaba a preguntar cual era el accidente y le pide:
_Ay señora, no me presta una escoba?.
La petición desconcertó a la señora; a quien se le ocurre detener un auto en la banquina y pedir una escoba!.
_Una escoba?.
Claro, la repregunta era de esperar:
_Para que quieren una escoba?.
Yanet casi a los gritos, como si la señora fuera hipoacúsica.
_Si, una escoba para sacar un sapo!.
Ahora si, la señora estaba más confundida que antes!.
_Un sapo?, en el auto?.
Y ahí viene planeando la factura atrasada de Yanet, con intereses y moratoria incluida:
_Si, si, este auto de mierda hasta sapos tiene!.
Por más que fehacientemente se, lo dice para ofenderme, es cierto, a quien le aparece un sapo saltando en la luneta del auto?. La mayoría prefiere un perrito que mueve la cabeza; un payasito con cuerpo de resorte; un gatito de peluche; pero, un sapo gordo y con vida?, solo a nosotros nos puede pasar.
Con ayuda de una escoba, logre convencer a don sapo bajarse de nuestro auto y supongo por mucho tiempo fue literalmente tildado como “sapo de otro pozo”. Continuamos el viaje a Casilda y vaya a saber uno por que misterioso hechizo, la Gallega había cambiado su humor; no hacía más que reírse y repetir:
_Un sapo en el auto!, no, no.
Mirándome con sonrisa burlona, sacudiendo su hermosa cabellera hacia ambos lados. Me duele la burla, pero el solo hecho de verla más animada, me alegra el resto del viaje!. Obviamente, al llegar a destino, luego de los saludos correspondientes, la Gallega se encargó de relatar con lujo en detalles, el anecdótico viaje; menos el supuesto paso de un sapo sobre el regalo de cumpleaños
Tirale arena!. 13/02/1995
Ya llevábamos una semana en Las Grutas, y habíamos escuchado de una playa cercana, donde según nos contaron, había mejor arena y mucho más playa en marea baja; cuando La Gallega recibía semejante dato turístico, se ponía como fiera cebada con carne humana; podías distraerla con oro, pero volvía a encarar el tema una y otra vez hasta ganarme por cansancio; así que insultando mi suerte, comunique a mi familia que mañana saldríamos temprano a buscar la playa Piedras Coloradas.
Ni bien salimos del camino asfaltado, empecé a mirar el piso con miedo; las piedras puntiagudas era enormes, nuestro Renault Gordini demasiado bajo, gracias a la cantidad de kilos que cargaba; además tenía bien claro que una simple rotura, sin herramientas necesarias, en el medio de la nada, era demasiado temerario!.
Nos habían asegurado que eran solamente 5 kilómetros de distancia, pero a nuestra velocidad crucero por ripio, era casi una hora de viaje; las respectivas preguntas de toda la familia:
_Falta mucho?.
Ya estaban exasperando los ánimos, el calor adentro del Gordini era sofocante, no alcanzaban las ventanillas para insuflar aire a los pasajeros, y por fin vemos el cartel con una flecha que indicaba: Piedras Coloradas!. Ni bien detuve la marcha, en algo similar a un estacionamiento, pues solo había un Renault 12 y sin nadie a la vista, surgió la pregunta:
_Será acá la playa?.
Contesté solo con una mirada burlona, pues si esta no era, no pensaba seguir de safari por este desierto. Así que comenzamos la rutina de bajar el campamento de nuestro Gordini y acomodarnos más cerca del mar, ya que la marea estaba muy baja. Notamos una briza bastante fuerte soplando desde el mar, no teníamos demasiada información si eso era normal!; igual nos instalamos donde decidió la jefa, a pleno sol y sin sombra, ya que con la pequeña briza, seria misión imposible mantener cualquier sombrilla.
_Ustedes vayan a caminar por las piedras, yo me quedo aquí tomando sol. Dijo La Gallega; por lo tanto obedecimos, y salimos a buscar pulpitos por las piedras, ya que también nos sugirieron ese tipo de pesca; todo nuevo, nunca habíamos visto un pulpo en vivo!.
Cuando ya estábamos en mediodía, mis hijos comenzaron a preguntar por la comida:
_No veo nada cerca para comprar comida, así que lo único que tenemos son seis panes de panchos y seis salchichas.
_Y donde las vas a cocinar Papi?.
_Tengo el calentador y la olla en el baúl del auto. Así que al volver donde supuestamente estaba Yanet, fui hasta el auto y traje todo para cocinar las salchichas.
_Trajiste todo Paco, porque el muchacho que atiende el puesto, solo vende agua mineral.
Me señaló un pequeño quincho en madera, y vi al vendedor!. Era un flaco con esos físicos que son la envidia de todo hombre; alto, bronceado color cobre, musculoso, con malla demasiado ajustada en las ingles; y por supuesto que ya la Señora tenía todos los datos y referencias del lugar, ya que había estado conversando con él; como ya la conozco, tengo visto ese tipo de miradas; que en otros tiempos era solo para mí, pero el tiempo pasa y vamos perdiendo el encanto; por lo que debemos lidiar con esos flirteos o morir de angustia. Cuando este muchacho paso corriendo delante nuestro para ir al mar, ella muy certera dice:
_!Que físico!.
Se que puede ser solo para darme celos, veníamos mal en la relación de pareja, eso sumado a la poca intimidad durante los días de vacaciones, ya que dormíamos los cinco en la misma carpa, ya parecíamos socios en desgracia, más que un matrimonio con hijos. Puse en práctica toda mi ironía y le contesté:
_Umm, seguro que algún defecto tiene Mami, no?.
Obvio que se hizo la ofendida al verse en offside, se puso de pie frente a la briza del mar, dejando ver toda su figura esbelta, con su abundante cabellera ondeando al viento y si!, la amo demasiado para perderla por una escena de celos; es mi único vicio, mi talón de Aquiles; y aunque a veces parece salida del mismísimo infierno, es mi único cielo!.
Mis hijos insisten por el almuerzo, así que dispongo a encender el calentador a gas; pero con semejante viento era imposible; tampoco veo un lugar al reparo, por lo que se me ocurre la brillante idea de meter el calentador, dentro de un balde plástico!. Puedo encenderlo, me siento a ver hervir las salchichas, tranquilo ya que había superado el obstáculo; fueron unos minutos, pues había puesto la llave al máximo, comienza a hervir el agua y de repente veo llamaradas que venían de abajo del balde!. Me tildé, quedé paralizado ante semejante horror; por suerte mis hijos se alejaron gritando, yo ni siquiera pedía auxilio; escucho una voz del más allá que grita:
_Tirale arena!.
Recién ahí reaccione, era con arena que se asfixia al fuego; que animal, si ya en la escuela primaria me habían enseñado para que eran esos baldes rojos con arena!, y estaba rodeado de miles de metros cúbicos de arena. Cuando se apagó, se arrimó la voz del más allá, que era otro turista, riéndose del flaco estúpido que casi explota un calentador a gas!.
_Que susto flaco, no?.
_Si, gracias por el consejo a tiempo, amigo; pero me bloquié.
_Si, es cierto, a todos nos pasó en algún momento; tranquilo pibe, ya pasó.
Volví agradecer su inapreciable ayuda, y me desinflé en la arena, solté miles de insultos a mi interior, no podía ser más pelotúdo (si, con mucho énfasis en el acento prosódico); puse a toda mi familia en riesgo, a mi único tesoro; ahí en el medio de la nada, ninguno de nuestras familias sabian por donde andábamos!; me sentí menos que Gregorio Samsa, casi al borde del llanto. Se arrima La Gallega, no sé si con ternura o sobrándome, me acaricia los hombros y lanza el:
_Habrá quedado algo para comer?.
Nos arrimamos nuevamente a ver que existía del almuerzo, se veían bien cocidas las salchichas, así que armamos los panchos y nos sentamos almorzar. Eso si, estaban algo crocantes los panchos, tenían algo de arena como condimento!.
Picando en el área. 06/07/1980
La Naturaleza es caprichosa.09/07/2007
Amaneció un domingo triste y complicado, ya como buen viejo (pensar que nos asombraba nuestro abuelo Manuel, con esa manía de levantarse temprano sin ninguna obligación al respecto) me despierto sin el horrible sonar de mi despertador; preparo el mate con el cual despierto a mi Reina, pero debido a un fuerte dolor espalda y preocupantes mareos, se torna muy pesado el ambiente. Se suma a la inexorable partida de nuestros hijos en pos de su nueva familia, el frío, cielo muy gris, mi adicción por la escritura que no permite la atención de sus caprichos, van pasando las horas, atardece y terminamos la noche del domingo como casi todos, ella mirando algo en TV, yo sentado enfrente la PC; cuando mis ojos piden auxilio, me retiro a mi dormitorio, resignado a que mañana será peor!.
Sigo fiel en mi apreciación, la naturaleza es muy caprichosa!, pero en este 9 de julio me hizo un gran favor!, me tiró una soga!, me prestó su hombro!, me dio un aventón!, pues ya siendo altas horas de la noche, mi Gallega recibe el llamado de nuestro hijo mayor, asegurando que en su ciudad estaba nevando. A partir de ese momento todo parecía florecer, aun bajo nieve era posible olfatear su alegría; olvidó sus dolores, mareos y a los gritos como quien descubre haber ganado la lotería, salió a nuestro jardín para ver caer los primeros copos de agua nieve.
Nada simulaba vivir un día frío y gris, desenfundó su cámara digital, casi sin abrigo gritaba que la acompañe a sentir la nieve en el rostro; pedido que desoí y junto a nuestras 4 mascotas, mirábamos a través de la ventana su “danza de la nieve”: salir a la intemperie desprovista de abrigo, en lo posible dando pequeños saltos aniñados, levantar el rostro hacia el cielo y los brazos extendidos como imagen de Cristo Redentor, gritando continuamente
–nieeevaaaa, nieeeva siiiii nievaaaa.
Por supuesto que guardamos muchas mas anécdotas, pues su danza fue contagiosa con nuestra Belu, no conformándose con la nieve en casa, salieron a campo abierto, juntaron nieve para el pequeñín muñeco bigandense que adornó un florero por un par de días; luego las noticias por TV de nevada en casi todos los pueblos vecinos, mas comentarios de amigos llamándonos por teléfono por la rara precipitación en nuestra zona, dieron un drástico giro a la fría semana de julio.
Solo en raras oportunidades, los caprichos de la madre naturaleza, suelen acomodarnos la existencia!.
La Maza. 24/01/2008
Es casi una ecuación exacta, sin dudas ni puntos oscuros; cuando un accidente es posible, ocurrirá!, las nunca desactualizadas “Leyes de Murphy”. Es lo que me atormenta desde que tengo memoria, sufrir lesiones que pude prevenir, ya sea por ignorante o imprudente. El ultimo de los acontecimientos, me trastoco, no por la gravedad de la lesión, sino por la impotencia en predecirlo y evitarlo.
Comencé a diagramar la instalación eléctrica en obra, siempre recordando mis prácticas recetas, teniendo en cuenta lo que dicta la experiencia, de tanto renegar reparando instalaciones viejas, uno termina aprendiendo como realizar las nuevas.
Siguió mi disertación, sobre como manipular la peligrosa amoladora angular con disco de corte diamantado, de lo importante que es concentrarse en cada uno de los movimientos, mas teniendo en cuenta que las realizaría sobre un andamio; un descuido, confiar demasiado en tu buena suerte, presionar demasiado o en el ángulo equivocado y juegas a la ruleta rusa con todas las balas!. También recomendé el uso de mascara facial, casco, guantes protectores, calzado de seguridad y varios consejos teniendo en cuenta respirar de ves en cuando un poco de aire limpio. En realidad, se me fue la mano, al concluir los consejos, nadie quería tomar las herramientas; por unanimidad decidieron, que con la basta experiencia que acarreaba en mi persona, era el mas indicado para realizar la peligrosa tarea!; quien me manda abrir la boca?, otra ves sopa!, por lo que maldiciendo mi ego, acepte mi designio.
Rotábamos corte, descanso, golpes de maza y corta hierro, bebidas frías, descanso, aire puro, sucesivamente por tres largas horas, bajo sol ardiente y con temperatura ambiente de 25°; ya terminando, faltaba realizar el paso de una pared de 30 cms de una habitación a otra, tomo las herramientas adecuadas, subo a una escalera y comienzo el boquete. Llevaba ya como 20 minutos a golpes de maza, sin poder pasar al otro lado; cambio de ángulo y sigo insistiendo, descubro un viejo ladrillo de barro cosido, de esos recontra cocidos que toman un tono violáceo debido a las altas temperaturas; cambio la herramienta, tomo una maza mas pesada (de medio kilo) y caño metálico que voy girando mientras golpeó en movimientos cortos y precisos; nada!, avanzo a solo un milímetro por minuto, calculo el horario de conclusión y regreso al descanso, se hará demasiado tarde!; por lo que junto energías en el fondo de mi tozudez, extiendo mi brazo derecho recalculando golpe, distancia, fuerza de palanca y lanzo mi mejor golpe, letal, como para derribar pared completa, pero con demasiada mala suerte.
Aun después de veinte días, no logro descifrar mi error; la desgraciada maza de medio kilo, rebota sobre el caño, en forma irregular e irreverente, dibujando una elipse o parábola en forma transversal y opuesta a mi furioso envío, golpeando de plano en el pequeño lugar que descubría entre mis gafas protectoras y gorro; un segundo, décimas de segundos, no sé, da igual, en pocos minutos pasé por las cuatro estaciones del accidente leve.
En la primera cunde el asombro, la temida sorpresa, si hubiera fotografías, serían similar a la de Shrek y el burro ante la animación mecánica del castillo; sin soltar la maldita maza, bajo urgente por las escaleras mientras me dura la conciencia; paso a la siguiente estación, el rápido calculo de las lesiones, sin ser paramédico o recibido en primeros auxilios, si siento mis pies, dolor, olor, sonidos y no puedo atravesar paredes, se que sigo vivo!; detecto un liquido caliente que escurre sobre mi frente y ruego que sea solo sangre, veo gotas de líquido rojo caer al piso y digo para mi subconsciente, si!, es mi sangre; comienza otra estación, egocentritis (inflamación del ego), no puede ser que me pase a mi!, yo!, yo que soy tan minucioso y precavido!, que normalmente paso por cobarde ante el calculo de demasiados riesgos!; sigo caminando sin soltar la maza, regando marcas con mi sangre y paso a la ultima estación, la catarsis tragicómica; ante la insistente pregunta de mi cuñado (el dueño de la obra), ya que dejaron de escuchar mi estruendoso golpe de maza:
_Paco, necesitas alguna otra cosa?,y exclamo con vos tenue:
_Si, una ambulancia de emergencias!. Los gritos de mi Gallega y su cara de desesperación me confundieron un poco, pero recordé que normalmente exagera en sus comentarios, realiza la incongruente pregunta:
_Que te hiciste?, como si mi conciencia ya lo hubiese evaluado!; le respondí que para “tercer ojo”, era demasiado pequeño.
Siguieron minutos de risas, curaciones, agua sobre mi cabeza y rostro, mas risas, presintiendo que no se reían conmigo, sino de mi estupidez senil!.
Ya, solo es otra anecdótica historia, cumpliendo una vez más con la sugerencia de mis hijos:
_Paco, tenés que cargarlo en tu blog!.
La Foca Dorada. 16/11/2007
Recibo invitación formal, para un festejo del 75 aniversario, de la institución para la cual trabajo; como corresponde, hago la pertinente consulta al poder supremo, ya que personalmente no disfruto demasiado de este tipo de fiestas; no así mi Gallega, que siempre acusando poca vida social, ambiciona ser invitada de honor, aunque solo sea la inauguración de la estatua al pintor desconocido!.
Confirmado nuestra asistencia, comienzan los preparativos: cálculos de nuevos talles, combinación de colores en la indumentaria, diseño de calzado acorde al nivel de los demás invitados, ocultamiento de esas odiadas canas, cremas y maquillaje de estación, tamaño y material de accesorios, correspondiente aviso a familiares y amistades directas de nuestra ausencia domiciliaria, todo un verdadero rito social!; obviamente, no puedo colaborar en nada, salvo el asentamiento con mi cabeza acompañado de un “si querida”, ante el aviso y uso de su extensión de mi tarjeta de crédito.
Para mí, el verdadero invitado, solo es valido un traje de sobrio color oscuro; ¿un traje?, ¿yo?, con saco!, naaaaaaa!, va en contra de mis principios!, ¿es necesario degradarme a un vil y común hombre de saco?. Busco supuestos aliados entre mis compañeros, descartando que mi compadre mas que ponerse de mi lado, no encontrará saco que no le ajuste demasiado!, pero no fue así, como siempre falle en mis pronósticos; todos!, absolutamente todos los asistentes varones y alguna que otra mujer, usaban el típico saco multiuso!; es ese, en que se invierte una sola ves, normalmente para casamiento propio o de nuestros hijos, y se usa indistintamente en invierno o verano, fiesta o velorio, casamiento o bautismo, registro civil o iglesias católicas, día o noche, ciudad o a campo abierto con viento y tierra.
Desde el preciso instante que detecta, que su esposo es el único desubicado que no usa el típico atuendo social, le afloran viejos resentimientos, clásicos preestablecidos por abuelos y tatarabuelos, etc. y no escatima ofensas hacia mi persona, ni recitados de elementales principios psuedo sociales, con la sola intención de convencerme y convertirme en ser el peor y mas andrajoso indigente callejero.
Primero pensé que era una broma, una de sus acostumbradas formas de provocarme cuando la mata el aburrimiento, pero no!, realmente le molestaba verme distinto y sentado a su lado!; al punto de aseverar, que un pobre hombre casi lisiado, de mas de ochenta años, que caminaba a recibir su recordatorio de su paso como funcionario, apenas arrastrando sus pies, se veía mucho mejor que yo, solo porque usaba saco y pantalón del mismo color!.
Cuando la conversación o monólogo ya me hartaron, miré a mi alrededor buscando inspiración, recordando una vieja película de onda naturista, equiparando los 700 invitados varones a una colonia de pingüinos, y comenté con sorna:
_Me siento “una foca dorada”, una auténtica especie en vías de extinción, un elemento de colección!.
_¿Y que?.
Cuando en realidad, es mi alegre forma de amenguar la crueldad con que la madre naturaleza, esculpió mis rasgos faciales!.
Ofrezco Kombi VW con freezer. 30/05/2007
Con mi Maraca, ya van como tres inviernos que lidiamos en equiparar las temperaturas del habitáculo de motor a cabina de pasajeros, pero normalmente “ella”, como toda mujer, hace lo que se le antoja!. Normalmente, su sistema de calefacción funciona de maravillas en verano y acondiciona, por debajo de la temperatura ambiente, solo en invierno; es casi una norma tomada de las leyes de Murphy: el día mas frío del año, irremediablemente debo viajar en mi kombi por la noche; lo asombroso o escabroso, es sin lugar a dudas, que está muy bien diseñado el sistema de calefacción para un motor boxer refrigerado por aire, para soportar las bajas temperaturas de su Alemania natal; pero en inviernos por nuestra pampa húmeda, no es suficiente ni para adecuar el habitad de un oso polar; se entiende, el secreto sigue siendo la edad!, como todo viejo por mas que añore sus años jóvenes, cada día le cuesta mas levantar la temperatura ideal.
Por lo tanto, junto a mi Gallega, acabamos de romper un nuevo record, viajamos 100 kms. en el día de ayer con temperatura exterior de 3° e interior de –3°, con sensación térmica de –10°, equipados con abrigos para esquimales, espíritu de navegantes de un rompehielos, destino asumido de kamikazes; poniendo en practica su “danza del frío”, una rutina consistente en: colocar sus pies en valet, juntar sus manitas en su entre piernas, encoger sus hombros, poner cara de chupar limones con labios paspados y sacudiendo su abundante cabellera en variadas direcciones repetir la frase; “que friiiioooo”, no es divina?.
Ya superado la difícil y arriesgada prueba límite, ofrezco nuestra Kombi VW con freezer para: adiestramientos de grupos militares con bajos recursos en equipamiento; sadomasoquistas deseosos de explorar nuevos horizontes; religiosos pecadores con el deber de flagelarse para lavar sus culpas; a pesados amigos con el fin de festejar alguna despedida de soltero; cumplir alguna venganza con esos parientes que siempre viajan de prestado; esos exagerados de siempre que ambicionan demostrar su hombría, etc..
Sin más que ofrecer, que un verdadero motivo para sufrir, les dejo la siguiente paradoja: ¿que importancia tiene probar el hielo, para poder disfrutar el fuego?, (si, ya sé, no tiene nada que ver, es que mi cerebro aun no se recupera).
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