El Asado. 08/11/1974.

Nos faltaba poco para terminar el ciclo secundario, fueron días de locura inolvidables!; había momentos en que no reconocía a mis compañeros de toda la vida, algunos portaban locura desde niños!, pero otros que como yo éramos los tímidos del grupo, nos mimetizamos al punto del asombro; también se integraban algunas compañeras que por sumarse a los eventos, perdían la imagen de estudiantes responsables. Toda idea alocada, por mas terrorífica que fuera,enseguida prendía en el grupo de varones; casi siempre partían de nuestro líder nato, El Bicho y comenzaba con una pregunta. _Si hacemos un asado?. Los ojos de El Negro, su mano derecha, se iluminaban al instante; siempre calculando el golpe anarquista que provocaría, se reía como Patan tapándose la boca. _Dale, yo traigo la parrilla y el carbón. Dijo El Negro. _Yo lo hago. Dijo El Gato, un piromaníaco histórico; se pasaba el santo día jugando con un encendedor “Carusita”, esos cargados con bencina y ya contaba con importantes accidentes con fuego en su haber. _Yo compro la carne. Sumó El Pato. Ya como nadie mas se sumaba, El Negro empezó a repartir los cargos a los que estábamos presentes. _Vos Paco comprá el Pan y traé la guitarra. _Vos Cachito comprá el vino. Ahí fue cuando todos miramos asombrados y Cachito preguntó: _Vino?; vos estás muy loco Negro!; nos van a echar a la mierda a todos boludo. _Pero no cagón!, nadie se tiene que enterar; venimos temprano, lo comemos y guardamos todo, quien se va a enterar?. A simple vista, parecía coherente lo que proponía, quien se podría enterar?; claro, era importante no contárselo a todo el mundo!; pero que gracia tiene la provocación, si no se entera nadie?. Dos horas antes del horario de entrada, ya nos ubicamos en la parte trasera del colegio y comenzamos los preparativos; a medida pasaban los minutos, veíamos llegar muchos mas compañeros de los que habíamos organizado semejante evento!. No contábamos que la idea, había causado mucha intriga en el resto del grupo; por lo cual, algunos de ellos venían solo a corroborar si era cierto!, y de paso se quedaban; hasta se sumaron estudiantes de 4to. Año, que se enteraron del acontecimiento. El Negro, ya evaluando la cantidad, tiró la inquietud: _Che!, no va alcanzar el morfi; y yo no comí nada antes de venir!.
_Yo tampoco boludo!; bueno, comemos un cacho cada uno y listo, no te vas a morir de hambre, gordo!. Le retrucó Cachito; eran dos personajes admirables, vivían provocándose todo el día; El Negro, asumido “peronista”, lo acusaba a Cachito de gorilón; la respuesta era siempre la misma: vos vago de mierda querés vivir de arriba sin laburar!. Pero a la hora de perpetrar algo dañino, con solo mirarse se ponían de acuerdo y sincronizaban a la perfección. _Vos Paco, cuanto pan compraste?. _Un kilo!, que sabía que iban a venir tantos!. A lo que me respondió con sorna: _Bueno, vos Paco no comes pan por haber comprado poco!. Lo tomé, como de quien venía, pero al rato haciendo mi propia evaluación, vi que era complicado el tema; si bien no era de comer mucho, tampoco había probado bocado alguno, y ya mi estómago se venía quejando!. Así que cuando todos miraban como chirriaba el asado, guardé una tira de pan en el estuche de mi guitarra!. Todo estaba bajo control, algunos ya estaban tomando vino, El Negro comenzó a insistir que saque la guitarra y como no le di bola, pues le decía que lo haría después de comer, fue sin que lo viera, a sacar mi guitarra de la funda!. Fue cuando empezó a los gritos: _Ah, mirá el ratón de Paco!, se encanutó una tira de pan!, que hijodeputaaaa. Desde ese momento quedé manchado!; casi como maldición de brujas!; no solo quedó como anécdota del grupo, traspasó varias generaciones llegando a ser conocida hasta por mis nietos!; fue contada en casi todo el pueblo y hasta el día de hoy, después de casi 45 años, algunos de mis compañeros solo recuerdan ese gesto egoísta de mi parte. La gastada fue magnifica, obvio que no pude comer pan, pero acostumbrado a mi suerte, seguí ejecutando todas las canciones de Vox Dei que sabía; apenas logré un trozo de asado y un trago de vino, que el Negro, como quien pinta dádivas a un preso, me trajo gastándome con un: _Es lo que te toca por ratón!. Por unos minutos reinó la calma, hasta que se terminó el vino y asado; luego varios del grupo, demasiados alegres para ingresar al horario escolar, sumaban entretenimientos para pasar los minutos; terminando en una alocada competencia medieval, similar a las “justas” entre caballeros, donde los caballos fueron reemplazados por bicicletas y las lanzas por cuchillos tramontina!.
Por suerte nadie terminó lastimado, pero hubo algunos instantes, en los que realmente supliqué por la integridad física de mis compañeros!; la mental, ya era irrecuperable.

Los Vacunáo