Picando en el área. 06/07/1980

Hacia menos de un año que nos conocíamos, aún no tenía muy claro las posibles variaciones de humor femeninas, pero algo andaba mal!; las comunicaciones postales que eran semanales, ya fueron dos esta semana, incluida llamada telefónica, con tono de voz de incierto.
_Paco, no ando bien!, me salió un granito en la ingle y estoy asustada.
_Porque no venís a buscarme el jueves y vamos a Firmat, así voy al médico el viernes.
Era complicado el viaje por mi actividad laboral, con horario discontinuo, salía a las 19 horas; además incluía recorrer 200 kilómetros, en el Fiat 128 a velocidad crucero de 70 kms/hora para no gastar demasiado combustible; pasar la noche en su casa, levantarme muy temprano para volver a Bigand y cumplir con el horario de entrada!; pero como negarme!, se me hace larga la semana sin poder abrazarla, besarla hasta que me deje; ya soy un experto conduciendo de noche, prestando atención al tránsito aun con ella montada sobre mi hombro con abrazo extrangulador!. Así que sin pensarlo demasiado, fui en busca de mi Amor a la ciudad de Rosario. El viaje resultó como lo esperaba, no dejó de acariciarme desde que llegue hasta bajar del auto; al llegar a su casa, me encontraba bastante transpirado, baboseado y excitado!; la realidad superaba a la ficción, estábamos muy enamorados.
Nos salió a recibir su madre, a quien le dio un corto saludo, entró bastante apurada y casi llorando!. Marina, su madre me miraba fijamente, sin decir más que:
_Pasá, que Chichito tiene que hablar con vos!. A estas alturas de los acontecimientos y actitudes, mi paranoia se ponía de pie!; ya tenia todos mis sentidos en alerta máxima, ya que no era el trato que recibía normalmente al llegar a su casa; no hice mas que entrar en el comedor donde me esperaba toda una comitiva familiar y ahí en seco tiro las palabras:
_Estoy embarazada!.
No me dio tiempo ni a preguntar “que?”; rompió en llanto y se metió en otra habitación con la abuela Mercedes y su hermano David que hacia señas como saludando de lejos!. No recuerdo cuantos minutos pasaron, pero la tensión fue superior a un examen universitario; en un examen, el no aprobar, supone intentarlo nuevamente al año siguiente; en mi caso, era el fin!. Me tiró a los lobos!; me empujó a la jaula de leones, cerró la puerta y se llevó la llave!; solo atiné a encogerme de hombros y decir:
_Bueno!, estoy aquí y me hago cargo. No fue suficiente; Don Chichito me hizo señas para que tome asiento, que parecía más un: sentate acá que es la silla de torturas, la del juicio final, y sin demoras comenzó Marina a dictarle sentencias a Chichito para que indague el porqué de mi ofensa moral a su hija!. Medía cada una de mis palabras y gestos, sabía que la respuesta rápida era efectiva, pero a medida iba levantando el nivel de su voz, me costaba más concentrarme en las contestaciones!; fue una batalla encarnizada, ellos acusándome de violador!, yo tratando de explicar sin ofenderlos, de que su hija dio todo su consentimiento, que tampoco tenía la exclusividad con ella, que talvez la compartíamos con su novio anterior; pero la única bandera que esgrimía para defenderme, era mi amor incondicional por la traidora de su hija!. Que aun con 23 años me consideraba capacitado para formar una familia; que mis padres tenían una habitación disponible para vivir temporalmente; que los respetaba y aceptaba su decisión en cuanto a nuestro futuro. Cuando parecía que iba calmando los ánimos, Marina lanzaba otro cuestionamiento y Chichito se ponía de pie, repitiendo a los gritos la sentencia “un verdadero hombre, nunca le falta el respeto a una mujer, se aguanta las ganas de tener sexo!”; no podía contestar con la verdad, aunque mi abuelo Manuel siempre me lo aconsejaba, la verdad era muy relativa y empeoraría el clima; en el último de los casos seria mi Amor la que me faltó el respeto!. Fue agotador, hasta vaya a saber que ángel de la guarda le dictó la frase a Chichito:
_Y que opinan tus padres de esto?. No lo podía creer!, fueron fracciones de segundo que como en Matrix, el tiempo se detiene y la vi picando en el área!. Ni Marina la vio venir!, conteste amplio y con tono distendido:
_Ah, mis padres están chochos que van a ser abuelos!.
Si, la clavé en un ángulo superior, adonde no llega ni el mejor de los arqueros, lo desarme de un solo golpe; pobre Chichito, se desplomó en el mullido sillón bordó, bajó sensiblemente los decibeles y el caudal de su voz, miró a Marina de reojo y exclamó:
_Si, nosotros también estamos contentos!.
Marina soltó por fin una sonrisa, estaba reconociendo su derrota y jugando de local!. A partir de ese momento histórico, todo cambió para bien; nos sentamos a cenar, como si nunca hubiese ocurrido discusión alguna. Luego volvimos a los abrazos; como castigo, nos mandaron a dormir uno en cada punta opuesta de la casa; aun no me queda claro, si fue para castigar a mi Amor o para enfriar nuestra relación, pues dormir más cerca uno del otro, pondría a tiro de mi bipolaridad y cuestionarme si deseaba comerla a besos, o masticarla cruda!. Ni bien volví a mi pueblo, lo primero que hice, fue poner al tanto a mis viejos de todo lo acontecido, ya que había mentido para salvar mi pellejo y ninguno de ellos sabía que serían abuelos, que en un mes nos casábamos y ahora necesitaba una habitación para nosotros dos.
El Pedro (mi viejo), solo sonrió y dijo:
_Ay Horacio, justo ahora que estamos tan mal de guita!.
La Palmira (mi vieja), pegó casi un alarido y me apretó en un abrazo tan fuerte que no me dejaba lugar a respirar y lloramos los dos, como cómplices de un conjuro cumplido!.


Los Vacunáo