Mamá Noel y yo, Rodolfo. 24/12/1989 (Un cuento de Navidad)

Hace mas o menos un mes, la Gallega viene trabajando arduamente en la confección de almohadones artesanales; algunos con adornos en crochet, otros pintados a mano con acuarelas acrílicas en colores navideños, algunos con puntillas o cintas de seda hechas moños; pero lo que más llama la atención, son personalizados!. No pregunto que piensa hacer con ellos, suele ponerse áspera cuando denota algo de inquisición, pero reconociendo los nombres entre sus amigas, seguramente serán regalos de Navidad. Es realmente buena en esto, podría comercializarlos, aunque sea para recuperar la materia prima que seguramente fue a mi cargo; pero últimamente anda en modo diosa y no quiero aconsejar nada, ya que mis cuestionamientos siempre los termino pagando con sangre.
Hoy es noche buena, de temprano comenzó la carga de artesanías al Gordini, las cuales repartiríamos en la tarde antes de viajar a Firmat y la señora me anuncia el derrotero a seguir:
_Paco nada de dormir siesta!, salimos después de comer enseguida, repartimos los regalos a mis amigas y nos vamos de los viejos.
Almorzamos rápido, nuestros niños siguen atentos la velocidad de su madre en los preparativos; demora algo más de lo normal en vestirse, pero es entendible al verla salir. Se calzó esa minifalda de jean blanca que resalta toda su figura, y muestra más de lo aconsejable para mi gusto; una remera que no tenía registrada, muy ajustada al cuerpo, que sin ser traslúcida moldea sus pechos erguidos llamativamente; un nuevo corte de cabello, nuevos reflejos; ya carga un bronceado caribe en todo lo visible, que resalta a un más la vestimenta en colores claros y dorados; usa chatitas doradas, toda su biyuterie en plateado incluyendo unos aros enormes en forma de media luna; en resumen, un árbol de Navidad de carne y hueso; que como en la mayoría de los casos, solo se puede observar embelesado, sin tocar aunque nos duela de ganas, y debemos esperar autorización para tomar sus regalos!.
Por suerte nos toca un hermoso día de sol en diciembre, que a las 14 horas no es recomendable andar por la ruta, ni para las iguanas!.
_Primero vamos de Inés. Paro enfrente de su casa.
_Nos bajamos?, pregunta Horacio.
_No no, ustedes esperen arriba el auto que yo hago rápido.
Busco mover el Gordini bajo la sombra, porque ya la conozco; cuando cruzan palabras con sus amigas, es imposible medir el tiempo!. No controlaba mi reloj pues no resulta productivo, pero el rápido de Yanet fueron 20 minutos mas o menos; para mantener ocupados a nuestros hijos, comenzamos cantando todo el repertorio infantil, pero en la cuarta o quinta detención ya llevábamos como hora y media, habíamos seguido con las de Leon Gieco, Facundo Cabral, Antonio Tarragó; cuando se acabó el cancionero e intentábamos repetir alguna, Horacio en tono judicial:
_Esa ya la cantaste, Papá!. O sea, se estaba complicando; ya que nuestro niño mayor, además de su capacidad en memorizar cuentos y canciones, no admite repetición!.
_Porqué Mamá demora tanto?.
_Ya les dijo que está repartiendo los regalos de Papa Noel!.
_Y porque no se los reparte Papa Noel esta noche?.
Ahí me trabé!, si seguía aclarando nos descubría Horacio; Juanpi y Belu eran por ahora mas crédulos, pero el ya era bastante rápido para entender los errores en sus padres!.
_Porque Papá Noel solo les reparte a los niños!.
_Y porqué en el pino también hay regalos para ustedes, si ya no son niños?.
_Bueno Horacito!, después le preguntamos; ahí viene Mamá.
Veo saliendo a la Gallega, despidiéndose, pero me llama la atención el abrazo que le encaja el marido de su amiga, por reflejo y diferencia de altura que la lleva a pararse en puntas de pie, se levanta su escueta minifalda; no sé si es mi paranoia, pero me pareció ver su ropa interior, se dan beso en la mejilla y cuando da la vuelta para retirarse, detecto la mirada lasciva de un nuevo enemigo a las caderas de mi mujer!. Seguramente me puse colorado de celos, o tal vez era colorado por el sol que me pegó dentro del auto?, como siempre mi nariz acopiaba más bronceado, ya que por ser la parte prominente de mi cara, solo un sombrero mexicano me protegería algo!.
_Que te pasa a vos?, porqué me miras con esa cara?.
_Que abrazo efusivo, no?.
_Ah, déjate de joder Paco; dale vamos que ya se hizo tarde!. Me contesta acompañada de una sonrisa burlona.
Por un momento me subía tal rabia, anulando mi poco buen humor, produciendo un clima infernal; pero triunfó el Espíritu Navideño!; ella sintiéndose Mama Noel y yo, Rodolfo; el reno de nariz roja con los cuernos más grandes en toda la comarca!.

Los Vacunáo