Sonoto I (2). 08/12/1974

Al día siguiente me fui a la ferretería de la única casa de Ramos Generales y pedí con la disposición de un experto:
_Necesito lona para hacer una carpa. El vendedor me quedo mirando serio unos segundos, luego miró a otro compañero, que también me había escuchado y me contemplaba casi asustado; un tercer vendedor, con el cual teníamos más confianza, me pregunta:
_Que estas por hacer Paco?.
_Una carpa tipo canadiense. Los tres emitieron la misma sonrisa burlona, que amedrantaría a cualquier pibe, pero no era mi caso; mi actitud temeraria en estos desafíos, nunca tuvo límites.
_A ver, explícame que estas por inventar y vemos como te ayudo!.
Asi le conté todas mis expectativas y delirios para seguir divagando juntos; siempre tratando de evaluar costos beneficios, el conocía ese tipo de carpas; me explicó que era una tela muy fina parecida a una lona, pero mucho mas liviana; lo único que tenían a la venta eran las pesadas lonas para cubrir camiones, acoplados, maquinarias y que también eran muy caras. Cuando ya parecía agotada la conversación, me comenta:
_Hace unos días recibimos un tipo de cobertor plástico, liviano, económico denominado “agropol”, que es impermeable; talvez te sirva para eso, si querés te doy una muestra.
Sin pensarlo demasiado, acepté la muestra y puse manos a la obra en todas las pruebas que suponía eran necesarias. Corté dos partes, la cosí con la máquina de mi madre usando un hilo de nylon, lo reforcé pegando con cemento de contacto y prueba superada; había encontrado el material ideal!. Hice los cálculos para el material necesario: tres metros de agropol, que venia de seis metros de ancho; cuatro metros de caño estructural de dos medidas distintas para embutir una con otra; diez metros de soga plástica para las riendas y varios tornillos tanque con arandelas a presión. Lo compré, ya que me alcanzaba el dinero y me aboqué totalmente a mi loco proyecto unipersonal: la carpa de plástico tipo canadiense. Me apropié de un espacio en el patio de casa, limpiando prolijamente el piso de tierra; saque la sierra manual de acero rápido de mi Padre, taladro eléctrico; armé primero la estructura metálica para no errar en las medidas del agropol; corté las partes siguiendo el dibujo de mis planos; cosí, pegué cada parte de revés para que las costuras queden adentro y en tiempo record de tan solo tres días, ya tenía armada mi carpa tipo canadiense; el único requerimiento fue de mi Santa Madre, que insistía preguntándome, si no arruinaría su única máquina de coser Godeco con ese plástico raro!.
Mi hermano Yimi había pasado por los tres estados clásicos!; Curiosidad: me observaba de lejos sin preguntar; Descreimiento: riéndose me desalentaba:
_Vos estas muy loco!; Aceptación:
_faaa, se parece a una carpa!; fue muy grande mi satisfacción, pues aceptó acompañarme a pasar la noche para probarla. Mis padres solo sonrieron al vernos preparar la pernoctada, supongo que tenían asumido mi predisposición a las rarezas manuales.

Los Vacunáo