Lo que nos toca!. 08/05/2020.

Sigo sorprendiéndome cada vez que enfrento el espejo del baño; que basura, no hay artículo más cruel que este!; se supone que debe orientarme para presentar una imagen aceptable, bajo mis normas y pro formas culturales, pero en confabulación con mi cerebro paranoico, me destruye el poco amor propio que me queda a los 64 años!. Ya capilarmente hablando, voy quedando en un tono blanco fantasmal, que no sé si es una proyección de futuro, o para que me haga una idea de cómo será mi imagen en la lápida que me toque. Trato de peinarme suavemente con los dedos y con delicada pasión, para no acelerar la despedida a mis aterciopelados hilos de ternura, que cuelgan cuasi mórbidos en la terraza de mi centro neural, (o sea, se me está raleando el quincho); pero cuando la realidad matutina, reflejada por este maldito espejo, da a las claras lo poco que queda para acomodar, dista mucho de ser aceptable a mi ego!; así que recurro al viejo recurso de la tercera edad, un gorro de lana.
Comienza la ardua tarea de adivinar, donde cuernos quedó depositado algunos de estos, desde el invierno pasado; voy repasando cajón por cajón en todos los placares, hasta dar con uno color negro; no sé si fue mío, o lo recibí de regalo sin poder amigarme con él, ya que la manía de la Gallega, heredada de su madre Marina, siempre fue guardar para mañana o tener a mano algo nuevo para estrenar en algún futuro acontecimiento. Me lo calzo mas o menos alineado a mi calvicie y me pega la carcajada atroz efecto de mis parámetros al ridículo, soy el clon de Buddy Dieker, el personaje interpretado por Harris Yulin en la serie Ozark.
_Ah, te queda bien el gorrito!. Ya ahí no más presiento su resignación; en otras épocas de nuestra relación sería:
_Que lindo mi Papi con ese gorrito, que aires de intelectual que das!.
_No me parezco a Buddy?!. Suelta una cálida carcajada y corroboro que de verdad, doy lástima!.


Así como no hay peor ciego, que el que no quiere ver; tampoco hay peor necio, que quien no acepte la verdad!. Ya vengo asumiendo, que nuestra relación matrimonial, es solo acostumbramiento a fuerza de rutina; igual porfiando al destino, trato de hacerla reír a llorar, aún resaltando mi ridículo; aún mostrando lo mas humillante de mi ser; aun disfrazándome de bufón para mi Reina!. Para otros masculinos, puede resultar triste y hasta preocupante mi postura, pero en toda mi vida no hubo otro motivo para seguir viviendo; solo Ella o la búsqueda por verla reír; sentir placer inmenso de sus caricias; escucharla portar orgullosamente mi apellido:
_Cual es su nombre?.
_Yanet Rosanna Hernandez de Achaval. “De Achaval” le encaja siempre!; nunca fue mía o solo mía y eso que invertí sangre, sudor y lágrimas por conservarla a mi lado!; hasta imploré perder una elección a candidato comunal!; sabía que de resultar electo en esa oportunidad, era el fin de nuestra relación; también conté con su ardua campaña pormenorizada, puerta a puerta, pero en mi contra!, favoreciendo y abogando por la oposición. Como diría un taita porteño y tanguero:
_No puedo creer, todo lo que hice por esta Mina!.
Así llevamos el día a día, disfrutando las 24 horas juntos; pues a pesar de todo, es lo que nos toca, y podría ser peor!.

Los Vacunáo